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Tan subjetiva como efímera

Todo ser humano quiere y busca ser feliz. A veces escucho frases como: cuándo tenga esa casa, cuándo tenga ese carro, cuándo logre este objetivo, cuándo tenga aquel trabajo, cuándo encuentre aquella novia/o... seré feliz.
Veo un común denominador de posesión, enfocándonos en cosas, cuando las cosas que realmente importan, no son cosas...
Está claro que realizar y conseguir esos deseos nos enorgullece, nos llena el ego y nos sentimos realizados. Pero, ¿Lo ves? Es el camino el que nos mantuvo en pie y el objetivo el que nos invitó a soñar... Una vez alcanzado el objetivo, nos vemos obligados a seguir soñando para echar a andar de nuevo.
La felicidad no debiese ser un objetivo, debe ser un medio, una forma de vida, una búsqueda a cada instante de ello.
Si fuera un objetivo como muchas veces nos lo hemos planteado, como el ejemplo de la casa, al momento de conseguirlo en la mayoría de los casos, pasará un tiempo y estaremos saciados. Al poco tiempo querremos más o mejor o más grande o distinta. 
Es por ello que se busca y no se encuentra. Tan misteriosa que sin buscarla llega, sin pedirlo se manifiesta y es un constante estado del ser.
Solemos confundir bienestar con felicidad, no digo que no estén vinculados en cierta forma. La asociación de los bienes materiales con calidad de vida es una cosa y la felicidad como tal, a mi entender, es otra. Cuando realmente entendamos que esas cosas nos aferran más a lo material podremos elevarnos a otro plano espiritual.
El ser humano se encuentra inmerso en una serie de opciones, dónde las decisiones que tomamos día tras día trazan nuestro destino. Es una decisión el ser feliz y el agradecimiento su alimento.

En busca de la felicidad.

Dejo esto hasta acá para otro día redundar... 

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