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Mostrando entradas de enero, 2012

Cinque Terre

F inalmente logré llegar a su encuentro, después de un sin fin de paradas, del calor de junio y varias horas en un tren, nada de eso importaba al contrastar la vista del horizonte entre mar y cielo, de riscos y parajes soñados, mezclando sus colores, percibiendo aromas a lirios de mar. Recorrí sus veredas, sus caminos empedrados e inclinados, visualicé sus vestidos, tan apropiados en cada una de sus etapas, contemplé sus atardeceres, noches y lunas. Vi a la luna caminar en dirección hacia mí. En el camino a mi destino penetré un oscuro túnel y dentro de él capté y plasmé en alguna cámara prestada una fotografía de su silueta, solo una sombra en la penumbra, ondeaba su vestido al compás del viento cruzado -que arrojaba un frío peculiar-, la perspectiva que da una fotografía tomada a treinta centímetros de un suelo empedrado, húmedo y frío era captada por el lente de esa cámara y una luz. Luz artificial de los faroles que emana romanticismo clásico, puro y luz natural al final del tún