Desapareció.
Ella me vio crecer, yo crecí con ella. Había un vínculo que nos unía, -con los años entendí que ese vínculo no era algo que hubiese entre nosotros, aunque existiera- y en el transcurrir de los años nos llegamos a amar, cada quién a su manera. Todos los días había algo especial en el replicar de sus palabras, todos los años había una nueva aventura, una nueva ilusión al menos para mi. Sus retoños se hicieron mis amigos y ahora nos unía algo más que un vínculo -y continuaba en mi equivocación de pensar que el vínculo era yo-. En el atardecer de un día primaveral ese vínculo repentinamente se fue, solamente se fue, no murió, solo migró hacia algún destino desconocido para la razón del ser.
Me acompañó en mi dolor, hizo un duelo de 40 días y de a poco fue estrangulando a cuenta gotas la dosis que recibía en el catéter de mi alma.
Hasta que finalmente un día recibí su última dosis de afecto, su última dosis de amor... así como el vínculo se fue, ella se esfumó... sin decir nada, sin decir por qué. Solamente se alejó del sufrimiento, por no soportarlo ella más que yo. Cuando yo más lo necesitaba, cuando yo más lo deseaba, cuando yo más lo anhelaba, cuando más requería su amor, su consuelo y armarme de valor para enfrentar esta vida... simplemente se fue. Ya no llamó, ya nunca más pasó a visitar, no puso un pie nuevamente en mi morada. De allí que no es de extrañar que se perdiera mi tristeza, mi inocencia, mis sueños, mis logros, mis fracasos, se perdió mi alegría por una decisión que aún no entiendo. He tratado de hacer un lavado a mi cerebro para aceptar que sus actos fueron por amor... por amor propio. Y no la culpo, solo lo siento, como se siente el fuego de la hoguera quemando mi ser. Recuerdo que unos cuántos años después hice algo similar... por amor, por amor propio, sopesando el efecto colateral más que el efecto directamente al ser. Fue lo mejor, eso creo hoy. Aunque hoy puedo decir que no me lo perdono. Regresando a ella, no fue nada personal -pienso- habrá sido algo en defensa propia, habrá sido, sí su amor propio y el marcharse su salvavidas a ese tormento infernal. Algo que hiciera que yo estuviese a mil kilómetros de distancia y sin comunicación alguna sería su mejor medicina. Matar el vínculo es tal vez lo que quería. Desconozco si lo lograría, aunque lo deduzco.
Nos hemos encontrado un par de veces más en el camino porque así es la vida y ahora su mirada es distinta, su mirada emana arrepentimiento del tiempo perdido, de las acciones tomadas. Ya nada es lo mismo...
Sin embargo... No puedo decir que no la ame, que no la recuerde con el amor que llegué a sembrar, la veo y duele el sentirla cerca, es mucha la presión que se siente en el pecho que no sé describirla o es tan simple que no quiero describirla. Pienso que seguramente es justamente lo que yo necesitaba, armarme de coraje yo solo, enfrentar al mundo desnudo, tal y como vine a él... total venimos sin nada. Tal vez yo me lo gané. Tal vez esa era la función de su presencia tan fugaz en mi vida y seguramente la mía en la de ella. Hoy nuestros caminos toman rumbos distintos, sin querer... queriendo porque no se puede más, porque el dolor es tal que mata y enloquece, un abrazo y un hasta luego, el camino tenía una "Y" trazada y decidimos cada quién tomar la rama que convenía. Ahh la conveniencia, la vida, los amores, el dolor y una ilusión. Tal vez logro dejar mi orgullo de lado y lograr que la "Y" converja, dé un giro de 180° y logremos nuevamente unir nuestro sendero. Tal vez, solo tal vez, cuando hayamos crecido y seamos y permanezcamos en otro nivel del ser.
Al menos por hoy trato de razonar y entender el actuar pero decididamente no lo comprendo... solo lo acepto. Lo acepto con un sin sabor de boca, lo acepto con resignación, rencor y dolor.
No sé la verdad qué estoy haciendo con esos sentimientos, porque la verdad ciegan... no logro perdonar. Pero perdonar qué? Que se haya ido? Si siempre hemos sido libres, si fue su decisión, si era su cura contra este mal que soy para ella. No puedo ser así de egoísta. Ella ahora parece ser feliz... lo cierto es que lo merece, han caído ciertas desgracias que estoy seguro hubiéramos solventado mejor unidos... pero bien dicen que el hubiera... no existe. Hoy nuestras miradas son distintas pero existe un fuego que no muere.
Nada nos pertenece, más que nuestros pensamientos de lo que hoy somos.
Ella me vio crecer, yo crecí con ella. Había un vínculo que nos unía, -con los años entendí que ese vínculo no era algo que hubiese entre nosotros, aunque existiera- y en el transcurrir de los años nos llegamos a amar, cada quién a su manera. Todos los días había algo especial en el replicar de sus palabras, todos los años había una nueva aventura, una nueva ilusión al menos para mi. Sus retoños se hicieron mis amigos y ahora nos unía algo más que un vínculo -y continuaba en mi equivocación de pensar que el vínculo era yo-. En el atardecer de un día primaveral ese vínculo repentinamente se fue, solamente se fue, no murió, solo migró hacia algún destino desconocido para la razón del ser.
Me acompañó en mi dolor, hizo un duelo de 40 días y de a poco fue estrangulando a cuenta gotas la dosis que recibía en el catéter de mi alma.
Hasta que finalmente un día recibí su última dosis de afecto, su última dosis de amor... así como el vínculo se fue, ella se esfumó... sin decir nada, sin decir por qué. Solamente se alejó del sufrimiento, por no soportarlo ella más que yo. Cuando yo más lo necesitaba, cuando yo más lo deseaba, cuando yo más lo anhelaba, cuando más requería su amor, su consuelo y armarme de valor para enfrentar esta vida... simplemente se fue. Ya no llamó, ya nunca más pasó a visitar, no puso un pie nuevamente en mi morada. De allí que no es de extrañar que se perdiera mi tristeza, mi inocencia, mis sueños, mis logros, mis fracasos, se perdió mi alegría por una decisión que aún no entiendo. He tratado de hacer un lavado a mi cerebro para aceptar que sus actos fueron por amor... por amor propio. Y no la culpo, solo lo siento, como se siente el fuego de la hoguera quemando mi ser. Recuerdo que unos cuántos años después hice algo similar... por amor, por amor propio, sopesando el efecto colateral más que el efecto directamente al ser. Fue lo mejor, eso creo hoy. Aunque hoy puedo decir que no me lo perdono. Regresando a ella, no fue nada personal -pienso- habrá sido algo en defensa propia, habrá sido, sí su amor propio y el marcharse su salvavidas a ese tormento infernal. Algo que hiciera que yo estuviese a mil kilómetros de distancia y sin comunicación alguna sería su mejor medicina. Matar el vínculo es tal vez lo que quería. Desconozco si lo lograría, aunque lo deduzco.
Nos hemos encontrado un par de veces más en el camino porque así es la vida y ahora su mirada es distinta, su mirada emana arrepentimiento del tiempo perdido, de las acciones tomadas. Ya nada es lo mismo...
Sin embargo... No puedo decir que no la ame, que no la recuerde con el amor que llegué a sembrar, la veo y duele el sentirla cerca, es mucha la presión que se siente en el pecho que no sé describirla o es tan simple que no quiero describirla. Pienso que seguramente es justamente lo que yo necesitaba, armarme de coraje yo solo, enfrentar al mundo desnudo, tal y como vine a él... total venimos sin nada. Tal vez yo me lo gané. Tal vez esa era la función de su presencia tan fugaz en mi vida y seguramente la mía en la de ella. Hoy nuestros caminos toman rumbos distintos, sin querer... queriendo porque no se puede más, porque el dolor es tal que mata y enloquece, un abrazo y un hasta luego, el camino tenía una "Y" trazada y decidimos cada quién tomar la rama que convenía. Ahh la conveniencia, la vida, los amores, el dolor y una ilusión. Tal vez logro dejar mi orgullo de lado y lograr que la "Y" converja, dé un giro de 180° y logremos nuevamente unir nuestro sendero. Tal vez, solo tal vez, cuando hayamos crecido y seamos y permanezcamos en otro nivel del ser.
Al menos por hoy trato de razonar y entender el actuar pero decididamente no lo comprendo... solo lo acepto. Lo acepto con un sin sabor de boca, lo acepto con resignación, rencor y dolor.
No sé la verdad qué estoy haciendo con esos sentimientos, porque la verdad ciegan... no logro perdonar. Pero perdonar qué? Que se haya ido? Si siempre hemos sido libres, si fue su decisión, si era su cura contra este mal que soy para ella. No puedo ser así de egoísta. Ella ahora parece ser feliz... lo cierto es que lo merece, han caído ciertas desgracias que estoy seguro hubiéramos solventado mejor unidos... pero bien dicen que el hubiera... no existe. Hoy nuestras miradas son distintas pero existe un fuego que no muere.
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