Quise cambiar el mundo, quise vivir al límite, quise comerme el mundo, quise cambiar de vida, vivir en lugares exóticos y paradisiacos, quise beber las mieles más dulces, quise volar sin apenas conocer el vuelo, quise vivir de bohemio. ¡Qué tanto no quise! Algún día canté ante una audiencia, viví en un cayo, algún día plasmé las huellas de mis manos en la acera de algún paseo de la fama, algún día volé por los aires a casi 200 km/h, algún día perdí la conciencia, algún día volé en una moto, algún día me tatué un tribal, algún día vestí de negro, algún día fui matemático pródigo, algún día fui halcón, algún día herí, algún día perdí, algún día me perdí, he enterrado hasta lo más preciado para mí pero no olvido.
La crisis ha sido larga, la crisis de la que todo el mundo habla en estos días y mi trabajo... mi trabajo ha sido adaptarme, adaptarme al constante cambio. Siento miedo, siento que ha sido mucho el tiempo de adaptación y no sé si dentro de poco seré un animal extinto pero confío en que es el necesario para no serlo, como siempre la relatividad en el tiempo parece muy poco en otros tantos aspectos. Hoy confío, confío en renacer. Soy dichoso, tengo todo al no tener nada. El rumbo nunca ha sido claro pero siempre ha habido un rumbo.
He naufragado por las aguas de lo desconocido en más de una ocasión y ésta no es la excepción, ni será la última.
Con una almohada sobre mi frente, fría para paliar el dolor de cabeza, viendo hacia el techo, hacia el foco de la luz, perdido y desconsolado, perdía mi rumbo o al menos eso creía. Veinte años de blindaje, veinte años de coraza, veinte años de paciencia, veinte años de luz, un año más al marcar un inicio, un mes más para iniciar algo distinto algo mejor y lograr día con día ser mejor... una vida se va y otras diez que se aproximan para trascender.
Ahora, tengo un problema... no puedo escribir sin pensar, sin pensar para quién escribo, aunque no lo demuestre y a veces quiera dármelas de me importa poco el qué dirán, más de una vez me ha importado, no es que necesite aprobación, pero a veces no logro expresar lo que quiero expresar, como lo quisiera expresar.
Quise cambiar el mundo, cuando en realidad quién debía cambiar era yo, ahora lo sé y aún me cuesta entenderlo, pero acepto que es la realidad y en ese orden ha sido y será más fácil.
La crisis ha sido larga, la crisis de la que todo el mundo habla en estos días y mi trabajo... mi trabajo ha sido adaptarme, adaptarme al constante cambio. Siento miedo, siento que ha sido mucho el tiempo de adaptación y no sé si dentro de poco seré un animal extinto pero confío en que es el necesario para no serlo, como siempre la relatividad en el tiempo parece muy poco en otros tantos aspectos. Hoy confío, confío en renacer. Soy dichoso, tengo todo al no tener nada. El rumbo nunca ha sido claro pero siempre ha habido un rumbo.
He naufragado por las aguas de lo desconocido en más de una ocasión y ésta no es la excepción, ni será la última.
Con una almohada sobre mi frente, fría para paliar el dolor de cabeza, viendo hacia el techo, hacia el foco de la luz, perdido y desconsolado, perdía mi rumbo o al menos eso creía. Veinte años de blindaje, veinte años de coraza, veinte años de paciencia, veinte años de luz, un año más al marcar un inicio, un mes más para iniciar algo distinto algo mejor y lograr día con día ser mejor... una vida se va y otras diez que se aproximan para trascender.
Ahora, tengo un problema... no puedo escribir sin pensar, sin pensar para quién escribo, aunque no lo demuestre y a veces quiera dármelas de me importa poco el qué dirán, más de una vez me ha importado, no es que necesite aprobación, pero a veces no logro expresar lo que quiero expresar, como lo quisiera expresar.
Quise cambiar el mundo, cuando en realidad quién debía cambiar era yo, ahora lo sé y aún me cuesta entenderlo, pero acepto que es la realidad y en ese orden ha sido y será más fácil.
Comentarios