Un café fue el que acordamos, y no planeamos el desenlace, y los maullidos de los gatos mucho menos...
Una explicación lógica debiese existir, tenía tanto tiempo de no verlos rondar por los tejados.
Es acaso la lógica una virtud, preferible sobre la locura de la coincidencia? Digo locura porque cómo explicamos algo que no entendemos a no ser que sea loco, es la manera más general de catalogar algo inexplicable.
Coincidimos en el mismo bar, en instantes las fotografías iniciaron a encajar, esos cuadros captando imágenes, que intentaban transmitir anhelos.
Lo observamos tiempo después, en una reacción.
Impresionante cómo estás llamado a caminar por un sendero de coincidencias, por un camino de verdades, un camino en el que solamente tu irás abriendo brecha, nadie te hará daño -digo- a menos que tu aceptes ese daño... que tu lo permitas.
Hecho coincidente, justamente en el preciso instante, se te vio feliz, se te vio una y mil sonrisas, se te vio brillar, por sobre lágrimas que en algún momento pudiste derramar.
El mensaje fue captado como fotografías a color, que con esa luz, a mi entender, sentaría mejor un matiz de blancos y negros.
Para transmitir efectivamente un mensaje, es necesario un receptor... sin quererlo el cosmos conspiró -dirían por allí- e hizo su trabajo, habrá sido sin quererlo?
En un bar, coincidimos... llenos de sueños y sonrisas, sin importar el ruido existente a nuestro alrededor!
Esperando en la oscuridad, bajo la luz tenue, y el maullar de un gato más.
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