![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjR948oCJ3nM_qhD0wzgV4rM7v80LQ1BPDp_H_J_Eq8nez8B6GXzvXujNNd2xibPuO1d4f1twrE7kjrXhplEf62mbK74pZv1AOy1vdfmKz4dxKmCxY3u2Lj1yGJKX-RwYDRi29E4lUYDaQ/s320/piel-edades.jpg)
A veces la pereza logra detenernos por un rato, o tal vez sea necesaria para reponernos y continuar... Acabo de realizar un viaje y no fue sino hasta hace unos días que encontré el denominador común de ciertos pasajes que viví.
Ese denominador común fue: La Edad.
Y no porque con los que me topara en este viaje, tuvieran similar edad a la mía. Al contrario, era cuestión de querer demostrar que la edad es un paradigma enraizado en lo más profundo de nuestro ser.
Un conductor de trailer con unos 60 años aproximadamente, no quería dejar las carreteras y la "edad" lo obligó, ahora tiene que estar buscando la carretera que lo mantenga vivo.
Un taxista de unos 65 años, que persiguió su sueño y salió avante de una estadística de muertes en un lado del mundo que, de nuestro lado no lo vemos y somos indiferentes (si somos indiferentes con lo que sucede frente a nuestra nariz, no digamos más lejos), el África.
Un veterano de guerra en Vietnam, 87 años, un corazón de plomo como el que disparó, siguiendo el deseo de unos pocos, su cuerpo ya no es el mismo, definitivamente... pero su garra y temple los tiene intactos como el joven que fue a esa guerra. Se hizo un regalo y no encontraba las horas de poder probar ese regalo con toda la ansia de un joven de 16 y que le regalaran su primer carro, ojalá nuestra visita haya servido para inyectarle juventud a su deseo...
Una señora regalándose un tremendo presente de cumpleaños, 60 años, su regalo: un salto en paracaídas desde un avión a 15,000 pies de altura... queriendo revelarse ante la vida y decirle aquí estoy, soy yo y VIVO!!!
Una pareja, hoy día retirados, con un cierto desgano y el querer refugiarse en su hogar... lejos de cuando uno dice, ahhh cuando esté retirado voy a hacer esto y lo otro y piensa que no va a parar, porque tiene todo el tiempo del mundo, pero el ánimo a veces vuela bajo. Decían que el cuerpo, ese estuche que nos envuelve, en ocasiones no deja realizarnos como quisiéramos.
Pero luego descubrí el verdadero denominador común de todas las historias, la mente que creó la voluntad de cada uno de sentirse aún unos chiquillos, de no creerse la edad que sus estuches reflejan, aunque sea por un minuto y volar... si no literalmente como la señora, al menos unos días y encontrar el sentido de su contínuo caminar. De sentir que son productivos, que valen, que pueden, porque creen, así somos y seremos siempre felices! Aprender a reír, a aceptar y no dejarnos caer y a no dejar nunca de aprender a SER.
Comentarios