No pude evitar verla... hace tanto que no recorría ese camino, que había olvidado su rostro, había olvidado que existía, ojos color miel detrás de esa piel, tostada de tanto sol recibido y largas jornadas de pedir y pedir. Haraposa, un poco más flaca, sus pómulos sobresalían un poco más que sus ojos, y otro pequeño más, probando suerte, clavado en sus pechos, intentando alimentarse, aunque con cada intento únicamente conseguía saborear el llanto transformado en sudor que invadía su piel. Qué hizo que ella estuviera en esa posición, qué fue lo que no se hizo bien, qué hace que nos paseemos como zombies por los senderos de la vida, qué hace que subsistamos y sigamos al ritmo del tic tac, por qué se tiende a escoger el dinero en lugar de amor, qué hace que nos desvirtuemos, qué hace que volteemos la cara y denotemos indiferencia. Cada día que avanza, más seguro estoy de la perfección en el balance que existe en nuestro mundo, todo lo que está pasando, todo lo que pasa, es una reacción a ...
La vida: una puerta que abro y otra que cierro; un ojo, un alma, una transición, una transformación en un instante, una colección de pinturas, aprendizajes y enseñanzas... Pablo P.